viernes, 22 de agosto de 2008

Palabras difíciles de decir

Momentos difíciles de explicar tras los acontecimientos que se están viviendo estos días en nuestro país, de forma más cercana en Gran Canaria.
Pensar en palabras para poder expresar los sentimientos que surgen después de esta catástrofe es bastante complicado, yo diría que casi imposible. El dolor de tantas familias, las de 153 personas, algunas de las cuales no habían casi empezado a vivir, nos desborda y hace que hasta la ruidosa ciudad de Las Palmas parezca, en estos días, silenciosa. Nadie parece querer hablar, decir nada, para no hacer brotar una lágrima.
Parece ser el silencio la mejor forma de consuelo, un silencio que lo diga todo, que lo demuestre todo.
Me enteraba del accidente por una amiga que se asustó al pensar que yo podría estar en ese avión y que a la vez me hizo recordar en una persona que debía volar ese día con destino a Gran Canaria, afortunadamente en el siguiente vuelo. Desde ese momento me dio la sensación de que el corazón se me iba encogiendo por momentos, a medida que el número de víctimas subía, el dolor hacía que salieran de mis ojos lágrima, recibía llamadas para saber si conocía a alguien, pensar en esa posibilidad dolía mucho más.
En este momento se me ocurre que mi palabra puede ser la del SILENCIO para una oración por cada uno de los que han perdido la vida, por sus familias y amigos y, por supuesto, por todos los que han sobrevivido. Un silencio de respeto, de acogida, de escucha, un silencio lleno de AMOR para todos ellos.

jueves, 7 de agosto de 2008

Si tú fueras yo, ¿qué dirías?

En estos días he podido reflexionar sobre lo difícil que es saber decir las cosas a los otros, no sólo por tener o no tener confianza, a veces creemos tenerla con algunas personas pero no sabemos decirles lo que pensamos con la suficiente tranquilidad y buenas maneras para que no se forme un conflicto.
Dicen que un joven muy timido , no sabía como enfrentarse a un buen amigo suyo para decirle que, a veces, sus afirmaciones y su forma de actuar le hacían mucho daño.
Este joven, todos los días se proponía hablar con su amigo, se colocaba delante del espejo y ensayaba su discurso, incluso llegó a colocar en el espejo una foto de su amigo para hacer más real la situación.
Pero todo esto quedaba en buenas intenciones, porque cuando se encontraba con su amigo, al que apreciaba mucho, dejaba a un lado si valor, sus ensayos y seguía aguantando aquello que le molestaba, sin rechistar.
Un día el amigo se acercó y le dijo: "Si tú fueras yo ¿qué le dirías a alguien que no puedes aguantar las reacciones que suele tener contigo?". El joven quedó sorprendido, parecía que el amigo le leía el pensamiento y le estaba dando la oportunidad de expresar todo aquello que llevaba ensayando tanto tiempo.
No lo pensó dos veces, comenzó por explicarle cómo se sentía, a describirle cada una de las reacciones que le molestaban, a decirle que en muchos momentos había pensado en dejar de ser su amigo pero que los lazos de la amistad podían más que las molestias. Así, con mucha tranquilidad, con mucho amor, le hizo caer en la cuenta de todas aquellas cosas que debía respetar de su amigo; pero aprendió otras lecciones: saber esperar los momentos más oportunos, no rendirse a la primera, estar al lado del amigo cuando le necesita... y, sobre todo, que la palabra abre muchas puertas y una muy grande, la de la amistad verdadera.