martes, 29 de noviembre de 2016

El maestro de maestros

      Dicen que un hombre iba gritando por los caminos, contaba historias, inventaba cuentos, algunos hechos ocurridos, experimentados por él o que le habían llegado a sus oídos. La gente pensaba que era un loco, no prestaban atención a sus palabras. Un día un niño se paró frente a él y le dijo que quería escuchar sus historias, el hombre se sentó, sacó de su bolsillo una piruleta de caramelo y se la ofreció al niño, este la cogió en sus manos y saboreaba algo exquisito mientras iba escuchando las historias. Al final de cada una, el hombre le preguntaba ¿qué has aprendido?, el niño descubría que su cabeza y su corazón iban creciendo en sabiduría, que había aprendido cómo afrontar las dificultades en el cole, que sabía cómo ayudar en casa a sus padres, que entendía por qué su mejor amigo estaba triste y ahora podría ayudarle…
      Nunca olvidó la importancia de transmitir a los demás lo que sabía y lo que había vivido, de mayor dedicó su vida a enseñar a otros, porque se convirtió en un buen educador de sus hijos, ayudó a sus alumnos a aprender más y mejor, escuchaba a los amigos y a los que no lo eran y buscaba con ellos las soluciones mejores a las dificultades.
     
Es importante nuestra palabra, la palabra que escuchamos, la que transmitimos, pero sobre todo la que sale desde nuestro interior. Seamos Predicadores de la Palabra y de las palabras.

martes, 14 de junio de 2016

      Le dijo el Amor al Rencor ¿Por qué andas todo el día con esa cara de enfadado? ¿por qué no sonríes, con la cantidad de cosas bonitas que hay a tu alrededor?.
      El Rencor le miró con ojos medio cerrados y le dijo: "Me dijeron que no servía para nada, que por mucho bien que haga siempre alguien te hará mal, que quien piensa mal acierta y que la vida es dura y hay que sufrir si quieres alcanzar los mejores puestos.

      El Amor miró con pena al Rencor y le respondió: puede que lo que dices no sea del todo erróneo, pero afrontar todas esas situaciones devolviendo una mirada limpia y una sonrisa puede cambiar mucho la forma de interpretar esas cosas, si pruebas a hacerlo puede que te des cuenta.
    Seguro que el rencor no acaba, que los conflictos no desaparecen, que los problemas siguen dándose ... pero si cambiamos el rostro puede que consigamos otras respuestas.