viernes, 5 de enero de 2018

El regalo del amor

Cuentan de un pobre anciano que vivía en soledad, había tenido la suerte que había buscado en su vida y de ella se hizo único dueño y señor. Una noche fría de invierno él vio cómo la gente se movía entre prisas y risas, entre agobio e ilusión, siempre había sabido que una noche del año ocurría esto, pero con su suerte buscada y hallada como dueño y señor no se le ocurrió nunca preguntar a qué se debía tanto alboroto.

Un niño que le vio asomado a su ventana se acercó a ella y le regaló una bella sonrisa, el anciano cerró las cortinas pensando lo atrevido que era ese niño y por qué venía a él si no le conocía de nada. El niño lejos de irse se acercó a la puerta y tocó al timbre, el anciano medio enfadado abrió la puerta mirando a la altura del niño y allí estaba con un caramelo en la mano ofreciendoselo como regalo. El anciano le dijo que no comía caramelos que sus dientes estaban perfectos y que así debían permanecer hasta su último día en la tierra, el niño cambió su sonrisa por una lágrima que enterneció el corazón vacío del anciano, ya que nadie le había ofrecido nunca un gesto de cariño, recibió el caramelo del niño y con ello devolvió la bella sonrisa a su tierna cara.

Aquella noche el anciano entregó su vida a unos bellos ángeles que vinieron a su encuentro, se fue con paz, había descubierto que aunque sólo fuera por un instante le habían hecho el mejor regalo, ¿el caramelo? no, el amor de la entrega sin espera.

Regalemos el amor que lo material no nos llena el corazón.