martes, 4 de diciembre de 2012

Un acompañante con pasión


Un maestro iba de camino a casa, en su maleta llevaba algo más que controles y trabajos para corregir, llevaba un gran corazón. Al doblar la esquina de la calle en la que vivía encontró a uno de sus alumnos sentado en un escalón, su mirada fija en la nada, parecía derrotado, se paró ante él pero el niño no modificó su expresión por lo que decidió sentarse a su lado en silencio y esperar pacientemente.
El niño se percató de la presencia del maestro y le miró fijamente, las palabras no podían salir de su boca pero percibió en la mirada del maestro un cariño que envolvía todo su dolor y sintió, de repente, un gran alivio que le ayudó a contarle cuáles eran sus temores, sus problemas. El maestro escuchaba cada palabra desde el corazón, las hacía suyas intentando ponerse en su lugar, ir haciendo camino con él.
Cuando el niño finalizó su relato, el maestro le dijo: “sólo en ti está la solución, pero yo puedo ayudarte a encontrarla y a ponerla en práctica, si quieres te acompaño en el camino”.
El niño cambió su mirada, ya no estaba perdido, había encontrado a alguien que le ayudaría, alguien que le acompañaría en su búsqueda, alguien que le ayudaría a encontrar soluciones a sus dificultades.
Se levantaron y continuaron juntos el camino, dándose cuenta de repente que no iban solos, alguien estaba con ellos, les acompañaba también en su camino, descubrieron una mirada que les llegaba al corazón, la mirada del MAESTRO.