martes, 28 de abril de 2009

El pequeño gran regalo

Se acercaba el cumpleaños de Gabriel, todo lo tenían preparado, una gran fiesta. Habían invitado a sus amigos, los del cole y los del equipo, todos estarían allí. A él le habían dicho que este año las cosas no estaban bien y que no se podría hacer fiesta, sólo una tarta con la familia y algún regalo seguro que caería, pero poca cosa.
Sus padres tenían miedo de que se le escapara a alguien lo de la fiesta, que alguno metiera la pata, los abuelos por la alegría, sus tíos por no saber guardar un secreto o algún amigo despistado que no se diera cuenta de que se trataba de una fiesta SORPRESA.
Llegó el día, habían quedado todos a las cinco de la tarde en el lugar convenido, un local que le había prestado al padre de Gabriel un compañero de trabajo. Todos tenían que estar allí temprano para que cuando llegara Gabriel le cantara, a coro, cumpleaños feliz.
Sus padres le habían dicho a Gabriel que la tarta la comerían en casa de los abuelos, ya que como estaba el abuelo un poco débil y no se lo quería perder, irían allí. A Gabriel le pareció muy bien.
Tendrían que estar en casa de los abuelos a las cuatro y de allí le llevarían con cualquier excusa al local de la fiesta.
Llegó el día, Gabriel, que no sospechaba nada, decidió esa mañana ir a hacer un poco de deporte, cogió la bicicleta, se puso la vestimenta adecuada y comenzó su camino, calculando que debía llegar pronto a comer para ir después a comer la tarta a casa de los abuelos.
Cogió un sendero que transcurría entre dos altas montañas, subía con algo de dificultad, hacía tiempo que no montaba y había elegido un camino duro. No descuidaba el camino pero estaba disfrutando del maravilloso paisaje, era como si la naturaleza ese día le hubiera hecho un regalo, las flores lucían sus colores más vivos, los árboles mostraban una gran gama de verdes en sus hojas, las lluvias del invierno habían dejado agua suficiente como para que se crearan cascadas de agua cristalina que bajaban de lo alto de las montañas. La primavera le daba su pequeño gran regalo.
Volvió a casa a punto para comer, por supuesto su madre había preparado su plato favorito, su hermana pequeña, Luna, le había hecho el postre sabiendo que le encantaban las fresas y su padre había exprimido los mejores limones del jardín para refrescarle tras el paseo. Parecía que se habían puesto de acuerdo y le habían dado cada uno su pequeño gran regalo.
Tras la comida, se levantaron, recogieron rápido y salieron hacia la casa de los abuelos. Le habían dicho que la abuela se encargaba de ir a recoger la tarta, pero cuando llegaron, la abuela dijo que estaba cansada, que si podían llevarla y así se daban todos un paseo, no estaba lejos pero ella ya estaba mayor. Por supuesto Gabriel aceptó, hoy había tenido muchos regalos, muchos detalles y él tenía que agradecer su vida a quienes le habían ayudado a crecer.
Salieron todos, incluido el abuelo que se animó al paseo, Gabriel no podía sospechar que se dirigían a una fiesta, a su fiesta, donde estaban esperándole todos.
Al llegar al lugar el padre fingió y dijo que había escuchado un ruido en el motor, que iba a parar, no quería que por ninguna razón se fastidiara ese día tan especial, dijo que casualmente allí vivía un compañero suyo y le pidió a Gabriel que tocara en la casa, que pasara por el garaje, entonces se abrió la puerta y todos al unísono, como si se tratara de la mejor coral, le cantaron el cumpleaños feliz.
A los abuelos y a los padres se les saltaron las lágrimas, a Gabriel el corazón le latía a mucha velocidad, sintió el amor que todos le estaban regalando en ese momento y el abrazo de cada uno de los presentes y las palabras enviadas por alguno de los ausentes se convirtieron en otro pequeño gran regalo.
La vida está llena de pequeños detalles, cosas que pueden parecer insignificantes, para Gabriel la fiesta fue un gran regalo pero su recuerdo iba desde cada flor vista en su paseo, pasando por los detalles de su familia, hasta llegar a cada abrazo de los que querían compartir con él su felicidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un fuerte abrazo, como si fuera tu cumpleaños: ¡Feliz Cumpledía!.
amamon